sábado, febrero 26

Diálogos V

- Déjame tocarte.

- Dame tu mano y yo te guiaré.

- Quiero ser yo quien marque el camino.

- Si lo marco yo, no sabrás hacia donde vas.

- Prefiero que tú camines a oscuras y no yo. Quiero hacerte sufrir.

- Fíjate en mis ojos y verás un sufrimiento constante. Además, sé que te irás nada más tocarme. Soy un molde con el que jugar.

- No juego contigo, te estudio e inspecciono con mis manos. Me gusta tocar cada rincón de ti y luego dejarte ahí, usada y confusa, con esa expresión extraña que siempre adoptan tus ojos. Nunca he sabido qué es.

- Es triunfo. Yo uso tanto tus manos como tú mi cuerpo. Necesito que me moldeen y tú algo que moldear. Barro y arte, una buena combinación, sobre todo los días de lluvia.

- Túmbate, no puedo aguantar más sin tocarte.

- No, tu mirada hoy no me gusta. He creído ver amor.

- Vete al cuerno. Buscaré otro cuerpo que estudiar.

- Desapareció, ahora veo angustia. Ven, dame tu mano, yo te guiaré.

miércoles, febrero 23

Cuando tu voz es muda

Un día las palabras te molestan más de lo debido. Escuecen cada vez más. Pues si no liberas a las que enfrían tu garganta, las que te van llegando no dejarán de quemar. Con gran dificultad expulsas ese hielo, te cuesta, pero lo haces. Las manos que lo reciben no saben qué están tocando, tienen que mirar con verdadera atención para comprender. De esa forma la temperatura vuelve a su estado natural. Tus cuerdas vocales vuelven a vibrar, tu piel ya no conserva las heridas.

Ya puedes gritar.

sábado, febrero 19

Dos relojes a la vez

Se ha ido el calor, la cama me resulta demasiado grande. Me deslizo hacia el medio intentando absorber todo lo que queda de lo que se acaba de marchar, que no es mucho, pues el tiempo lo ha ido enfriando poco a poco. Oigo el tiempo. Tumbada allí escucho dos agujas sincrónicas que vienen de relojes diferentes. Uno a cada lado de mi poca persona. Lo hacen a la vez, sin descompasarse una milésima de segundo. Pretender abstraerme con su equilibrio y lo consiguen. Como alienada invento una melodía que no tiene notas, tan sólo un ritmo, siempre el mismo. Soy consciente de que lo que hago es involuntario, una fuerza mayor me obliga a ello, pero aún así sigo, no tengo fuerza de voluntad para enfrentarme a ese sonido tan armonioso. Tic tac. Mis dedos no pueden separarse del pentagrama de mi pierna. Y como vino, se fue, armonioso y sincrónico, sin rastro de la melodía ni de su equilibrio.

viernes, febrero 4

7:35 de la mañana

Un día a alguien se le ocurre hacer una broma un tanto macabra por internet y todo el mundo se revoluciona. Insultos por aquí, amenazas por otro lado, cócteles molotov sobrevolando su cabeza haciendo que viva pendiente de que no se la vuelen.

Intolerancia lo llamaría yo.

Pero la gente cree que existe la libertad de expresión. Entonces...¿qué ocurre? Sólo gustan aquellas opiniones que sean acordes con nuestros pensamientos correctos. Si alguien piensa de forma un tanto bestia directamente le marginamos y le tildamos de monstruo. ¿Dónde queda la argumentación? Nos escandalizamos demasiado con ciertos comentarios, sean jocosos o serios. No los queremos, nuestros ojos no están preparados para ellos pues dañarían nuestra falsa moral.

Lo terrible de este asunto es que cada vez va a más. Somos otro régimen opresor sólo que con distintas ideas. La gente se vanagloria de la libertad que impera pero no es cierto, es una sombra de algo que nunca existió. ¿Por qué alguien no puede decir que está de acuerdo con esta o esta otra idea? Quizás estemos completamente en desacuerdo, pero es su opinión. ¿Por qué no argumentar y conversar para hacerle ver tu punto de vista? El asunto nunca funcionó así...es mejor poner el grito en el cielo y señalar con el dedo porque eso que ha dicho no es políticamente correcto. ¡A la hoguera!

Nos acabaremos ahogando en un mundo cargado de buenas intenciones.