lunes, diciembre 31

Ayer

Ayer empezó el año. Ayer fue cuando comenzaron a acumularse los recuerdos y a taparse los que permanecían más abajo. Ayer el contador se puso a cero.

domingo, diciembre 30

Atardeceres lunares

El cielo ya estaba de un azul muy oscuro, casi negro. Las nubes tapaban la mayor parte de él, pero aún se podía ver la luna que esa noche tenía un resplandor anaranjado. Poco a poco fue cayendo y de repente desapareció entre nubes de distintos colores. Un adiós digno, una despedida silenciosa. A mis veinticinco años era la primera vez que veía cómo se ponía la luna. Y me pregunté por qué se le daba tanta importancia a los atardeceres del sol, cuando por la noche, a veces, se podían ver cosas tan hermosas como esas. Me sentí como una niña que descubre algo por primera vez; y una emoción me recorrió despacio, como para que la sintiera mejor y la saboreara esa noche. Me lo encontré por casualidad allí mismo, en el lugar donde a veces me gusta ver el mar despacio. Sin pensar ni esperar es cuando más te sorprenden las cosas. Aún hoy lo recuerdo con viveza. Quizás las primeras veces no se olvidan nunca, o las cosas importantes deciden que permanecerán contigo para que las lleves allá donde vayas. Hoy, la noche es distinta para mí, algo ha cambiado. 

Después de haber visto el atardecer sentí que todo estaba desprotegido. El cielo estaba solo, al igual que las estrellas. Ninguna otra luz nos amparaba a los que vivíamos debajo. Podíamos actuar sin vigilancia pero con cuidado. De repente todas las estrellas brillaban más, su luz era más fuerte, quizás para compensar la ausencia y decirnos "tranquilos, no todo es tan oscuro como parece". La sensación de vacío era tan grande que el mundo se mantuvo en silencio, expectante, hasta el amanecer.

lunes, diciembre 17

Perder

Perder es un verbo de color gris oscuro. Tiene muchos matices, es frío y distante. Puedes perder tanto una cartera como la confianza, pero el sentimiento es el mismo: vacío. Cuando pierdes notas que te han arrancado un suspiro demasiado largo, de esos incontrolables. Quizás no quieras notarlo al principio y te pongas la mano tapándote los ojos para no ver, pero poco a poco, al ir abriendo los dedos para dejar pasar algo de luz eres consciente de que se ha ido. Puede que no sea culpa tuya, sino de otro que no supo ver y quizás, sin querer, te construyó un hueco sin nada dentro, en el que nada cabe tampoco, sólo lo perdido.

Hay demasiados suspiros perdidos los días de viento enredándote el cabello. 

¿Se podrán recuperar?


miércoles, diciembre 12

Respuestas múltiples

Ya no quería seguir pensando así que se fue a mirar las estrellas a un sitio lejano. Cogió el coche y, dispuesta a perderse, tomó caminos no marcados que la llevaron a respirar su incomprensión. No la gustaba el olor, pero aún así no podía dejar de aspirar una y otra vez. ¿Necesidad o descontrol desmesurado? Hasta que llegó un momento en que se acostumbró a ello. Vivir dudando es como estar desorientado todo el tiempo, no saber dónde estás ni quién eres; es vivir fumando preguntas y expulsando miles de respuestas, todas distintas.

El cielo estaba nublado y nada se veía, ni un poco de luz, ni un poco de lluvia. Nada. Sólo ella, allí, buscando algo que no estaba en ninguna parte, preguntándose si algún día podría volver a respirar aire limpio, a grandes bocanadas, robándoselo a todos. Y tampoco tenía respuesta para eso.

viernes, septiembre 14

Niños interiores

Me gusta alimentar a mi niño interior, que no se muera nunca de hambre. Si bien ya no ocupa todo el espacio, hay un gran hueco para él. Y es que no entiendo por qué se les deja morir. Se llega a una edad y se pierde toda la inocencia, la diversión o la inconsciencia de hacer algo sólo porque sí. En ese punto lo importante ya es el trabajo, alcanzar una madurez mental y dejar de hacer "cosas de niños". ¿Por qué?

En "El principito" lo explicaban muy bien. La gente mayor se preocupaba por las finanzas o la política en exclusiva, y veían un sombrero donde en realidad había claramente una boa que se había comido a un elefante. Crecer no significa perder la luz y la sonrisa ingenua. Podemos seguir conservándolo y hacernos mayores, ser viejos con un haz de luz en los ojos. Veo y oigo a gente a mi alrededor que se han vuelto grises. "Ya tenemos una edad" dicen; "no podemos seguir comportándonos como niños". ¿Quién decidió que crecer significaba volverse gris? Es evidente que alcanzamos cierta madurez mental, empezamos a cargar con responsabilidades y nos volvemos más independientes de nuestros lazos paternales; eso no nos da derecho a matar al niño que hemos sido toda la vida, podemos conservarlo, como parte de nosotros. Él será el que nos diga que ver dibujos aún es genial, el que salte con nosotros y se manche comiendo helados.

No perdamos eso...no seamos un hombre gris más de tantos.

martes, septiembre 11

Diálogos IX

- No puedes pasar por aquí.

- ¿Por qué no? Llevo viendo desde muy lejos que has dejado pasar a muchos, no entiendo por qué yo soy diferente.

- El camino ya está demasiado transitado por ahora, necesita un respiro. Toma otro o espera.

- No puedo esperar aquí a que me dejes pasar. He venido desde muy lejos, siempre viendo esta bifurcación, no sé hacia dónde ir ahora.

- Ese es el problema de los hombres, hacéis planes sin sospechar siquiera que podrían salir mal. Os ilusionáis con algo que aún no tenéis, para luego sorprenderos cuando os dais cuenta de que no habéis podido llegar hasta ello.

- La ilusión nos alimenta. No podemos vivir sintiendo que todo saldrá mal, entonces, ¿cómo creceríamos? No habría retos, ni esfuerzos para algo en apariencia inalcanzable. Si nos decepcionamos es porque no nos gusta caer después de haber volado. Quizás nos dejemos llevar, como Ícaro, pero es que el calor del sol es demasiado atrayente.

- El calor también quema.

- Cierto, pero merece la pena. La marca te recuerda lo que hiciste, para que te sientas orgulloso o para escarmentarte. ¿Quién no tiene heridas en su piel? Mi camino era éste, o al menos yo lo pensaba así. Ahora estoy perdida.

- Tienes muchos más. Los hombres tampoco sabéis ver lo que os rodea. Miles de posibilidades hay a vuestro alrededor y os obcecáis con una; y si no funciona os sentís perdidos. Yo os digo que sois unos débiles. No te hace falta más que abrir los ojos. Y aunque te vuelvas a encontrar el camino cerrado, habrá otros, quizás apartados, quizás se encuentren de casualidad, pero los hay.

- No es tan fácil encontrar un camino que seguir. Incluso mirando con atención. Pero quizás empiece de nuevo.

jueves, septiembre 6

Sentarse

No tiene ningún sentido esperar de pie ni sentado a algo que no llega. Mirar al horizonte, creyendo que el momento se acerca, pero no pasa nada más que el viento. Sí, te mece, pero también da frío. Pero somos así. Yo soy así. A veces espero, consciente del masoquismo del hecho, pero no puedo evitar sentir un atisbo de optimismo al pensar que algo va a suceder. Entonces pasa el tiempo y sigo ahí, en el mismo lugar donde me quedé y pienso que por qué no avanzo yo sola, que sé perfectamente que puedo, y mientras mis pensamientos me rondan, sigo esperando. Me he esforzado tanto por continuar y empujarme a mí misma, que necesito un respiro para coger de nuevo fuerzas. Estoy cansada, así que voy a sentarme en el camino. ¿En cuál? No lo sé. No sé si voy a esperar algo o no. Terminaré el libro que estoy leyendo y me abstraeré de todo. Si algo llega, que me grite fuerte.


sábado, septiembre 1

Los múltiples usos de una ventana

Las ventanas nos cuentan historias. Nos dicen de dónde vienen y cuándo empezaron a estar allí. Nos relatan quienes las abrieron despacio o quienes las cerraron de golpe. Nos informan también sobre aquellos que, suspirando, se apoyaron en ellas para observar lo que había fuera.

Y es que también nos enseñan el mundo. Nos dejan ver lo que hay al otro lado e incluso más allá. A través de ellas podemos ver cómo la luna se torna azul o cómo las nubes ciegan las estrellas. En ocasiones nos permiten estudiar a la gente que pasa por delante de ellas, y escenas que forman en el espacio que tu vista alcanza. Podemos enamorarnos fugazmente u odiar sin motivo delante de las ventanas. Están ahí para enseñarnos a mirar.

viernes, agosto 31

La estación de autobús

Ninguno de los dos tenía claro qué autobús coger. Cada uno en un banco distinto, fueron viendo cómo se vaciaba la estación hasta quedar solos. Sin mediar palabra decidieron irse juntos a pasar la noche a un sitio más cómodo, y escogieron un hostal cercano. No sabían sus nombres. ¿Para qué? Las palabras no significan nada y los nombres son sólo eso. Hoy me puedo llamar así, pero mañana ser otra persona distinta. Les bastaba con las miradas.

Pasaron tres días fumando y bebiendo en aquel lugar. Crearon un mundo de vacío y humo denso que no quería escapar. Se miraron una vez más sabiendo que no podían alargar esa situación. Como por agradecimiento, quizás por un intento desesperado de amarse aunque no sintieran nada y de sentirse uno en ese ambiente que habían construido, deshicieron la cama con tan poca pasión como la hicieron la mañana siguiente. 

Un te quiero silencioso y un adiós. Otra mirada. Se alejaron el uno del otro tomando caminos distintos para no volver a verse. Lo que habían hecho juntos no quisieron ponerle nombre, tampoco querían ponerle otras caras. No lo repitieron entre ellos, pues no se encontraron, y tampoco con otros, pues no sería lo mismo. Se quedó ahí, un recuerdo con un jersey de lana, abrigado para que no se enfríe con las nieves.

miércoles, agosto 1

Vistas

Hay imágenes, quizás palabras impresas o grabadas sin tinta que vuelan alrededor de uno mismo y no desaparecen. Pueden ser de hace años o incluso de hace dos horas, pero sigues alzando la vista y las ves rondando, atormentándote con risa maligna y ojos claros, tan claros que inundan de crueldad los recovecos por donde se filtra el vacío y la tranquilidad.

Cierras los ojos, haciendo un ejercicio de doblepensar, y te haces creer que al abrirlos sólo verás nada; te lo llegas a creer de verdad y la paz te ayuda a sonreír un poco. Pero ah...cuando abres los ojos descubres con horror que el todo te tapa la vista de la nada.

lunes, julio 9

Imágenes que no se corresponden con nada

Miraba a los ojos de la gente para saber cómo eran, y siempre acertaba. Por eso bebía. Bebía tanto que ya no encontraba ojos a los que mirar, y eso era precisamente lo que buscaba en sus eternos episodios etílicos noche y día y noche, ¿cuál era cuál?

Al principio le gustaba adivinar la forma de ser de aquellos con los que habitualmente entablaba conversación. Hablaba con ellos un rato sin mirarles directamente a los ojos, captando sus movimientos de soslayo, su tono de voz y sus expresiones, hasta que se formaba una opinión y decidía ver si coincidía con lo que realmente era. La mayoría de las veces nunca eran igual.

Poco a poco le fue floreciendo un asco vertiginosamente creciente hacia la raza humana. Todos se disfrazaban y no se mostraban ni mínimamente tal y como eran. Ninguno lo hacía. Hablaban, sonreían, pero no eran sinceros, sus ojos les delataban. Detrás de ellos se veía la verdad. Donde alguien decía un "te quiero" se escondía un "te odio"; los "te valoro" solían estar cargados de indiferencia; y las sonrisas eran lo peor...sin palabras pero punzantes. Una sonrisa en los labios y un vacío en los ojos. No lo soportaba. Y por eso bebía hasta que se le nublaba la vista.

Había llegado a la terrible conclusión de que jamás encontraría a alguien cuya mirada se correspondiera con su imagen.

Una vez creyó haberse equivocado. Pero con el tiempo se dio cuenta de que en realidad no quiso verlo aunque el vacío estaba ahí. El recuerdo de aquéllo le hizo beber aún más. ¿Y si me mezclo con todos estos seres? solía pensar. ¿Y si me convierto en uno de ellos? Disfrazado y dando una imagen de algo que no soy, sonriendo y diciendo a todo que si. Siendo sospechosamente feliz y complaciente, trascendental o banal, según la ocasión lo requiera. La respuesta siempre era un "no puedo hacer eso, me dan todos demasiado asco como para mezclarme". A la primera mirada a unos ojos erráticos le embargaría la desesperanza.

Esa noche bebió mas de la cuenta. Los recuerdos le movían la mano hacia su boca. No llegó a ver amanecer, se desplomó allí mismo, con los ojos tan abiertos que parecía que pretendiera verlo todo y a todos, pero ya no veía nada.

jueves, junio 21

La mañana

Subo la cuesta de siempre a estas horas en las que, ahora en verano, aún es de día. La luz es tenue, pues ya casi se está yendo, pero aún puede verse cualquier cosa si miras con atención. Mis latidos pueden oírse por toda la calle. Fuerzo el paso para crear una melodía acorde con la falsa noche. Sin darme cuenta el resto de la calle es una canción sin letra, pero nadie parecía sentirlo. Todo baila, todo suena como La mañana de Edvard Grieg. Algo tan bonito no puedo escucharlo yo sola, pensé; e intenté comunicárselo al resto de la gente que pasaba por allí, pero nadie quería hacerme caso, todos hablaban demasiado alto o prestaban demasiada atención al tiempo que, según ellos, corría tan deprisa. Así que, cansada, me dispuse a disfrutar yo sola la melodía, la cual, intentando captar oídos, había avanzado considerablemente. Pero retrocedió. Y fue como si estuviera amaneciendo de nuevo.

lunes, junio 18

Lejos del mundanal ruido

He decidido irme a vivir a una cueva, lejos del mundanal ruido, y sobre todo de la gente. No quiero que nadie me encuentre. Quizás tú. No, estoy segura, tú sí. Lejos de palabras cargadas de desconocimiento en bocas pequeñas, y de pensamientos sacados de mentes que vuelan tanto que no saben ya ni dónde están.

Siempre creí que los actos valían más que las palabras, pero éstas pueden dañar tanto como espadas. Desde hace un tiempo vengo arrastrando sendas heridas. De gente importante por un lado, de seres que no lo son por otro, pero duelen igual. Los actos se pueden malinterpretar, y cuando alguien quiere creerse el centro de un mundo que se ha construido, todos ellos van por ese alguien. Pero hay extensiones tan grandes mucho más allá que se las pierde...

Soy prejuiciosa, no puedo evitarlo, al igual que la inmensa mayoría, ¿pero cómo hablar de alguien que no se conoce? ¿Y tenerlo todo tan claro sin saber nada? Y si se conoce y se sabe que no hay ni un atisbo de malicia, ¿por qué pensarlo igualmente? Quizás es algo que no se puede evitar cuando se sufre de egocentrismo.

martes, mayo 22

Nada

¿Es posible no saber qué sentir? Quizás esté tan acostumbrada a las punzadas que no concibo su desaparición. Y no sé qué sentir ahora. Confusión, desamparo...es lo que me araña. Un vacío aliviante. ¿Puede existir algo así? El vacío se relaciona con el desasosiego. Cuando te falta algo que era tuyo, tan tuyo, que nunca hubieras imaginado que se soltara de tu mano.

Ahora es distinto. Es invierno desde hace cinco meses, qué importa un poco más.

jueves, mayo 17

Bucle

Tus palabras de agua
caen de los tejados,
empapando hasta a los más vanidosos gatos
que se atreven a pasear,
a pesar de la ocurrente lluvia.

Mis palabras de viento
se vuelven tormenta,
han destrozado los sauces del parque,
que, llorando, no han sabido aguantar.

Frases de truenos
a las que les faltan relámpagos
para iluminar el camino que deben seguir.

Versos de noche,
de manos impacientes
que no pueden parar;
extienden su plaga
por todas las páginas
de todos los cuadernos sin estrenar.

Poemas de día y sin memoria,
que al ver llegar el amanecer
ya no saben dónde están.

martes, mayo 8

Refugios sin color

Hay abismos que no tienen salida, fondos totalmente negros, sin ningún otro color. Intento escalar un poco cada día, pero la subida es tan difícil que al final me puede la desesperanza. ¿Cuánto más me quedará para poder ver la primavera? Los pensamientos entonces también carecen de todo. Me refugio en los libros, en la música y el cine; en la escritura y en mis torpes dotes con la guitarra. En esos momentos se aprecia algo distinto del negro. Al verlo, me esfuerzo tanto por retenerlo, que se acaba yendo y vuelvo a la ausencia. Qué amargas me salen últimamente las palabras. Esta primavera disfrazada de invierno me está afectando como no debiera. Necesito flores, colores, cielos sin nubes, respuestas, pasos, silencios, verdades y poca ropa.

lunes, mayo 7

Lo que se refleja

Temo transmitir lo que no quiero que se vea. Haciendo un estudio, observando a gente, me he dado cuenta de que los ojos dicen más que ninguna otra cosa. Y recordé algo que se decía de Marilyn Monroe: que siempre tenía la mirada triste en sus fotos, y por muy sonriente que estuviera sus ojos expresaban melancolía.

Me pregunto qué verá la gente en los míos, y si lo que yo veo en otros es acertado. Me jacto de saber calar a los demás pero pocas veces tengo la oportunidad de profundizar y saber que es cierto. Nos guardamos de que nadie sepa de nosotros, y lo encerramos en cajas de papel que se deshacen en los ojos. Ahí está nuestra debilidad. Pero, por suerte, como todo arte, no se le da bien a mucha gente. Observar y leer es harto difícil y más si el que no quiere que se le lea es un experto en ocultarse.

¿Cuántas cosas nos habrán dicho las miradas y no hemos sabido escucharlas? ¿Y cuántas cosas habremos oído que no deberíamos?

Lo que refleja la mirada cambia con el tiempo, de eso estoy segura. Sé también que la alegría puede apagarse de ella, pero no sé si la pena podrá. Quizás esa mirada acabe como la de Marilyn Monroe, sonriendo pero triste.


sábado, abril 14

Obsesiones

La obsesión es una mala compañera. Tiene la facultad de perseguirte aunque intentes esconderte de ella. Pues al huir, no dejas de pensar si seguirá ahí, acechando, y efectivamente eso hace que vuelva.

Desgraciadamente tengo varias obsesiones. Por suerte tengo tantas que ya no caben más en mi habitación, y tendrían que irse con otro. Me obsesionan los libros que tengan algo que decir, las películas de Billy Wilder, la música con voces claras, las fotografías sin retoques y los recuerdos malos.

La obsesión de los libros me acompaña desde muy pequeña. Aún guardo la colección del barco de vapor y mi preferido, El pirata Garrapata. Recuerdo que mis padres me llevaron a comprar un libro y, después de mucho meditar, pues siempre pienso mucho las cosas, me llevé ese. Tengo tantos que no me caben. Pero algún día les daré una habitación entera para ellos solos, por acompañarme durante tanto tiempo.

Con la música me pasa lo mismo. A pesar de mi pasado oscuro, fui descubriendo otros mundos y sonidos. Aún me acuerdo la primera vez que escuché a Muse. Me los topé en la Mtv cuando aún ponían música. También me acuerdo de La sonrisa de Julia y de Vetusta Morla. Recuerdo a Nacho Vegas en el Sonorama y cómo acabé devorando su voz. En definitiva, no sé cómo ni por qué, me acuerdo del primer contacto de todos aquellos sonidos sin los que me sentiría vacía.

Las películas de Billy Wilder son una nueva obsesión, en realidad me obsesionan todo tipo de películas, pero la novedad atrapa.

Y por último, los malos recuerdos. No entendía por qué estaban ahí, pero ahora creo que tengo una vaga explicación. Siguen conmigo porque aún no he podido curarlos, y hasta que no lo haga, ahí seguirán. No los he cerrado, no puedo mirarlos sin sentir dolor por ellos...esa es mi peor obsesión.

Tengo muchas más, pero me gustaría seguir teniendo vuestro respeto. De momento.

martes, abril 3

Limpiar

Sé que hay recuerdos confusos en esa caja vieja que guardas en un rincón. ¿Pero tanto? Hay vivencias que no se borran, y caras que permanecen ligadas a ellas.

Qué bien viene hoy la lluvia para limpiarlo todo.

lunes, marzo 5

Diálogos VIII o Jaque mate

- Reina por reina.

- Se pone interesante.

- Sí, a veces hay que sacrificar a alguien grande para conseguir grandes cosas.

- Tus ojos me dicen que tus palabras esconden algo más de lo que quieren decir.

- Sabes muy bien lo que está pasando; lo que va a pasar.

- Es peligroso hablar, podrían estar escuchándonos.

- Me he encargado de ello, estamos seguros.

- No sé qué quieres que haga, por todas partes aparecen fanáticos de la tortura y el dolor. Yo sólo soy un hombre y mi posición es muy delicada.

- No eres sólo un hombre, eres EL hombre. Sólo tú podrías pararlos. Eres un hombre inteligente, el pueblo, los cardenales tendrán que escucharte. Sabes perfectamente que lo que promulgan es una sucia mentira. El mundo acabará en caos si no se para esta masacre.

- ¿Masacre?

- Quieren hacer una purga dentro de dos días.

- ¡Dios santo! ¿Por qué no me has informado antes?

- Porque era peligroso. Pero aún hay tiempo. Háblales. Muéstrales las escrituras y sácales de su error.

- Estos fanáticos no atienden a razones. Saben que las escrituras no dicen nada en contra de nadie, lo saben perfectamente, pero aún así, buscan un enemigo común contra quien combatir. Y ahora les ha tocado a esos pobres muchachos. A veces temo que sólo quieren leer lo que les interesa. Hemos hablado muchas veces de esto, Pedro, las escrituras se contradicen en muchos puntos; y éste es uno de ellos. En ningún sitio, antes de que la palabra se modificase tanto que ya no era reconocible, decía que los inocentes debían morir por amar de otra forma.

- Has sido un gran amigo todos estos años, y he tenido la suerte de poder confiar en ti y mostrarte mis dudas ante todo. Soy un hombre religioso, pero esto no es religión, parece una guerra. Por eso te pido que les hables. Sólo a ti van a escucharte, aunque no les guste lo que tengas que decir.

- Pedro...sabes cómo acabará esto, ¿verdad? Es probable que no volvamos a vernos si lo hago.

- Lo sé, por eso iba a hacerlo yo si tú rehusabas.

- No, a veces hay que sacrificar una reina, para poder hacer cosas mayores. No puedo permitir que mi rebaño se manche aún más de sangre. ¿Dónde ha quedado la piedad y la comprensión?

- Les ha cegado el poder y el atractivo brillo de las riquezas.

- He de confesarte algo...desde hace mucho tiempo soy agnóstico.

- No puede ser...¿pero tú eres...? ¡No!

- Tranquilízate y déjame explicártelo. No creo en este Dios que ha creado el hombre, pero sí creo que haya uno y lo amo tanto como tú. ¿No te das cuenta que Dios es como ellos quieren que sea? El mío no es diferente al tuyo y a la vez no se parecen en nada. ¿Quién sabe lo que es Dios? Ni siquiera sabemos si es algo o sólo una energía tan grande que no podríamos nunca llegar a concebirla. El hombre moldea a su antojo, y eso es lo que no me gusta.

- Tú eres el máximo representante, ¿por qué no compartir tus ideas?

- Sabes lo que pasaría, Pedro, si lo hiciera. Mi poder depende de otros, por lo que es tremendamente inestable.

- Ahora no puedo permitir que vayas allí, con todas esas hienas, y les hables. Tu mente, tus ideas...tienen que seguir viviendo.

- Amigo mío, seguirán contigo, estoy seguro de ello. Tu mente es joven y abierta, sé que no te pervertirás ni caerás en el fanatismo. Por cierto, jaque mate.

lunes, febrero 27

La hora de la biblioteca

Ahora que se ha ido la luz, voy a ponerme a escribir para que nadie me vea.

Esta mañana, de repente y sin avisar, mi colegio pasó fugazmente por mi cabeza. En concreto las horas de biblioteca que teníamos una o dos veces por semana. Hacía mucho que no me acordaba de ello, de hecho, creo que lo había olvidado por completo. Qué felicidad por aquel entonces. Y qué extrañas horas. No sé si en algún colegio harán eso con los niños de primaria, pero me parece una excelente idea.

Era una hora de clase como otra cualquiera, pero nos llevaban como alegres presos a una pequeña biblioteca reservada para las manos inquietas y las mentes de arcilla fresca. Era una sala llena de cojines en el suelo, donde nos sentábamos después de elegir un libro, o recuperar aquel que estábamos leyendo. Siempre estábamos en silencio, absortos en nuestras lecturas, aunque de vez en cuando se oía algún murmullo. Una monja custodiaba el lugar, como un faro de mil ojos que lo veía todo. A veces, cuando terminabas un libro y se lo llevabas para que te lo registrara, te preguntaba de qué trataba, desconfiada. En ese momento tenías que hacer un esfuerzo sobre humano para recordar de qué iba la historia, si no le habías prestado demasiada atención.

Era una de mis horas favoritas en el colegio...creo que de ahí viene mi amor por la lectura.

Qué extraño recordar esto de repente. ¿Cuántos recuerdos escondidos habrá por aquí? Quizás ocurren tantas cosas a lo largo de una vida que los buenos recuerdos permanecen como sensaciones. En este caso, lo representaría señalando la montaña de libros que se lleva formando en mi habitación desde hace años. Ahí estaría el recuerdo, entre mis manos y no en mi cabeza. Lo puedo tocar y sentir.

viernes, febrero 24

Días

Había demasiado viento como para que la escuchara, así que decidió que sus pensamientos eran lo bastante altos para que se oyeran bien, pero no en demasía, no fuera a ser que los demás quisieran robarle las palabras.

Una roca incómoda le sirvió de asiento. Todo indicaba que no había ido allí para pasarlo bien.

- Hola...siento no haber venido tanto como me hubiese gustado.

Cada palabra hacía que las olas volaran más alto; y, a pesar de que ella no creía en esas cosas, quería pensar en lo más profundo de su ser que era una señal de que la escuchaban atentamente. Pero hablar así se le hacía raro, así que cogió una piedra que justamente había a sus pies, y comenzó a escribir malamente en el suelo lo que quería decir. Sólo eran unas pocas palabras, las suficientes, no hacía falta más. Al terminar, se acercó al abismo y tiró la piedra con todas sus fuerzas, así ya sólo podía ser suya.

¿Por qué elegir ese día? Porque los días bonitos ahora son los más tristes.

Para lo que sirven las cosas

"¿De qué te va a servir?" No hago más que oír esa pregunta. ¿Qué más da para qué sirva si me gusta? ¿Acaso sólo podemos hacer cosas que nos reporten una utilidad? Quizás me apetezca aprender a arrancar las hojas a ritmo de un piano, o puede que me decante por saber cuál tiene que ser la posición correcta de una rama cuando sopla el viento. Cosas inútiles, pero eso qué importa. Lo realmente importante es que te llenen, o al menos para mí es lo que más cuenta. Son pequeñas actividades que te hacen querer profundizar aún más en ellas.

Pero siempre aparece alguien y te pregunta "¿de qué te va a servir?" Quizás de mucho. Estudié una carrera con "futuro" y no me sirve para nada; me puse a estudiar otra, y aunque sepa que es probable que no pueda ganar dinero con ello, una sola asignatura me reporta más que todos los años que pasé en la primera. Disfruto con ello, y sé que tengo una inmensa suerte de poder hacerlo. Me despierto por las mañanas sabiendo que hago algo que me gusta. Por fin.

No quiero convertirme en un hombre gris, habiendo tenido la oportunidad de hacer algo, pero no hacerlo porque es inútil e inservible.

El mundo se ha convertido en una gran empresa, donde las artes y las letras no tienen cabida porque no dan dinero, ni son productivas. Y es muy triste que todo se base en los números. Únicamente en los putos números.

viernes, enero 27

Opuestos

Blanco y negro. Guerra y paz. Alegre y triste. Bueno y malo. Dulce y salado. Hombre y mujer. Sí y no. Playa y montaña. Todo y nada. Palabras y hechos. Luz y oscuridad. En color y en blanco y negro. Lluvia y sol. Despierto y dormido. Silencio y ruido. Abierto y cerrado. Amor y odio. Feminista y machista. Libre y encerrado. Líquido y sólido. Frío y caliente. Encendido y apagado. Tranquilidad y nervios. Listo y tonto. Sentado y de pie. Quietud y movimiento. Tímido y extrovertido. Poeta y mundano. Ver y sentir. Decepción y orgullo. Sonrisa y llanto. Caricia y golpe. Agua y fuego. Lengua y mano. Aburrido y divertido. Preocupado e indiferente. Mar y arena. Beso y mirada. Palabra y espacio en blanco. Sueño y significado. Desnudo y vestido. Rápido y lento. Esperar y precipitarse. Débil y fuerte. Morir y matar. Mentira y verdad. Opuestos e iguales. Único y corriente.

Pero siempre hay un gris que asoma por cada uno de ellos.

miércoles, enero 25

Voz y compañía

Cuando la voz sale de la boca se consume y no vuelve. A veces suena extraña, como si no te perteneciera. ¿Quién es esa persona que habla? ¿De quién es esa voz? De repente no la reconoces, ni sabes lo que dices. Toda la vida he pensado mucho lo que decía; meditado, reflexionado y masticado hasta soltarlo. No me gusta hablar de más y por eso lo hago de menos, o me gusta pensar que lo justo. Si no tienes nada que decir, no digas nada. Suenan frases precocinadas, pero a veces no me sé expresar mejor. Hay situaciones en las que por muchas ideas que tengas no consigues darles una forma decente. Es tal la apatía que nada parece tener sentido...salvo quizás pequeños trazos de un dibujo inacabado, ese que no sabes aún lo que es pero que está ahí, esperando que sigas dibujando cada día aunque sea una línea.

Ni siquiera sé qué es lo que escribo. Me senté queriendo hablar de la voz y terminé hablando de dibujos.

martes, enero 17

Ventana

Me gusta asomarme a la ventana, observar a la gente pasar e imaginar cómo son sus vidas. A dónde se dirigen, si van a encontrarse con alguien o no tienen rumbo ni compañía. Me protege la edad de mi ventana, curtida con los años y sabia para estos casos. Me deja esconderme tras ella cuando nota que mis intenciones ese día son la observación y el ensueño.

Pasa un anciano. Boina, bastón y traje verde. Se mueve despacio, sin prisa. Va solo. Puede que vaya al encuentro de una amante ese día o sólo quiera tomar el aire. Nunca dije que fuera buena imaginando. Además, me gusta pensar cosas poco probables. Nunca sabes dónde unos pasos te van a llevar; si a un parque o a un lecho.

Pasan unos niños con sus mochilas. Por la hora que es lo más lógico sería pensar que acaban de salir del colegio. Pero no quiero algo tan común. Quizás se hayan escapado de casa y se dirijan más allá de la ciudad para ver las montañas nevadas. Desde aquí se ven muy lejos. Ellos quieren tocar la nieve. Así que con sus mochilas llenas de bocadillos de nocilla y tres pares de guantes comienzan su aventura.

jueves, enero 12

Tropiezo

Perdidas

Las palabras nacen, a veces crecen y siempre mueren. Siempre. O se pierden o nadie se percata de que están ahí. Y si nadie lo hace, acaban por olvidarse y morir. ¿Pues quién las va a dar vida si necesitan de unos ojos que las recorran para seguir existiendo? Cuantas palabras habrán muerto mientras escribo esto...puede que todas las anteriores ya lo estén, y estas que las siguen no sean más que un intento desesperado por seguir existiendo un poco más. Y algo más. Un segundo más. Pero esto no puede durar eternamente, en algún momento tendrá que parar. Cuando no quiera escribir más o cuando el punto y final aparezca. Debería ser una despedida entonces, las últimas palabras quiero decir. Estamos llegando al final, el principio ya no existe. Un adiós es demasiado típico, quizás mejor un hasta pronto o gracias por llegar hasta aquí.

No.

Punto y final.

miércoles, enero 11

Cuatro minutos y diecisiete segundos

Se amaban de noche pero se odiaban de día. Apenas si podían verse cuando el sol se alzaba de madrugada. Cuatro minutos y diecisiete segundos eran lo que tardaban en dejar de aguantarse. Ni uno más ni uno menos. Exactamente eso. Pasado ese tiempo era necesario que se apartaran el uno del otro, o el lugar donde se encontraran podía acabar totalmente destrozado por un repentino vuelo de objetos sin miramientos. Lo malo de los días era que no podían evitar buscarse. El placer de la noche era tan intenso que necesitaban más. Pero pasado ese tiempo límite lo único que había era desesperación y odio. Aún así, volvían a buscarse una vez más y otra hasta que el sol se caía de puro cansancio.

Nadie ha encontrado explicación a tal acontecimiento. Se cree que la luz dejaba al descubierto todos sus defectos y se mostraban tal y como eran, cosa que no eran capaces de aceptar. De noche era diferente, la oscuridad todo lo tapaba y podían mirar pero sin ver demasiado. Se dice también que tenían miedo a conocerse pues se parecían demasiado el uno al otro. ¿Y quién es capaz de soportar sus propias debilidades?

lunes, enero 9

Curiosidad

Se despidieron entre las rocas, aunque ninguno pudo oír lo que decía el otro, y ya nunca más volvieron a verse. Uno se dirigió a su morada, el otro a todas partes. Fue entonces cuando las nubes se separaron ligeramente para dejar escapar un poco de la luz del sol. Esos días siempre me han gustado. Todo es gris y cuando hay algo de luz, parece aún más brillante.

Nada más llegar a casa volvieron las nubes.

¿Y ahora qué? No había respuesta.

Las preguntas sin respuesta nos llenan de angustia y dudas. Queremos saberlo todo pero en realidad sabemos tan poco...y tenemos que ser conscientes de esa premisa. Cuando no encontramos una respuesta incluso llegamos a sentirnos ofendidos con nosotros mismos. ¿Cómo no puedo encontrarla? nos preguntamos creyéndonos tan listos. Pues la respuesta es que no hay respuesta. Y el impulso a descubrirla es lo que nos mueve a ser mejores y más curiosos.

Sin la curiosidad no somos más que algo que se mueve sin rumbo, aceptando lo que le dicen otros más curiosos que él.

domingo, enero 1

Luz

Voló tan alto que perdió de vista el suelo, y cuando quiso bajar ya no pudo, pues había llegado tan arriba que su luz se había fundido con el cielo. Pero no era un brillo cualquiera, era el más fuerte de todos los que había allí. Al llegar tan rápido y tan antes de tiempo el candor era más intenso. Desde allí podía verlo todo y a todos.

Los que estaban abajo y no sabían a dónde había ido aún lo sentían, por eso no tenían miedo, porque sabían que estaba allí con ellos: en los recuerdos, en los objetos y sobre todo en esa nueva luz que brillaba tanto. También era resplandeciente cuando no estaba lejos y eso se podía notar en una gran estela que había dejado cuando emprendió el viaje que le llevó tan arriba.

Siempre había sido luz. Y aunque ahora brillara en otra parte, seguía haciéndolo.