martes, mayo 22

Nada

¿Es posible no saber qué sentir? Quizás esté tan acostumbrada a las punzadas que no concibo su desaparición. Y no sé qué sentir ahora. Confusión, desamparo...es lo que me araña. Un vacío aliviante. ¿Puede existir algo así? El vacío se relaciona con el desasosiego. Cuando te falta algo que era tuyo, tan tuyo, que nunca hubieras imaginado que se soltara de tu mano.

Ahora es distinto. Es invierno desde hace cinco meses, qué importa un poco más.

jueves, mayo 17

Bucle

Tus palabras de agua
caen de los tejados,
empapando hasta a los más vanidosos gatos
que se atreven a pasear,
a pesar de la ocurrente lluvia.

Mis palabras de viento
se vuelven tormenta,
han destrozado los sauces del parque,
que, llorando, no han sabido aguantar.

Frases de truenos
a las que les faltan relámpagos
para iluminar el camino que deben seguir.

Versos de noche,
de manos impacientes
que no pueden parar;
extienden su plaga
por todas las páginas
de todos los cuadernos sin estrenar.

Poemas de día y sin memoria,
que al ver llegar el amanecer
ya no saben dónde están.

martes, mayo 8

Refugios sin color

Hay abismos que no tienen salida, fondos totalmente negros, sin ningún otro color. Intento escalar un poco cada día, pero la subida es tan difícil que al final me puede la desesperanza. ¿Cuánto más me quedará para poder ver la primavera? Los pensamientos entonces también carecen de todo. Me refugio en los libros, en la música y el cine; en la escritura y en mis torpes dotes con la guitarra. En esos momentos se aprecia algo distinto del negro. Al verlo, me esfuerzo tanto por retenerlo, que se acaba yendo y vuelvo a la ausencia. Qué amargas me salen últimamente las palabras. Esta primavera disfrazada de invierno me está afectando como no debiera. Necesito flores, colores, cielos sin nubes, respuestas, pasos, silencios, verdades y poca ropa.

lunes, mayo 7

Lo que se refleja

Temo transmitir lo que no quiero que se vea. Haciendo un estudio, observando a gente, me he dado cuenta de que los ojos dicen más que ninguna otra cosa. Y recordé algo que se decía de Marilyn Monroe: que siempre tenía la mirada triste en sus fotos, y por muy sonriente que estuviera sus ojos expresaban melancolía.

Me pregunto qué verá la gente en los míos, y si lo que yo veo en otros es acertado. Me jacto de saber calar a los demás pero pocas veces tengo la oportunidad de profundizar y saber que es cierto. Nos guardamos de que nadie sepa de nosotros, y lo encerramos en cajas de papel que se deshacen en los ojos. Ahí está nuestra debilidad. Pero, por suerte, como todo arte, no se le da bien a mucha gente. Observar y leer es harto difícil y más si el que no quiere que se le lea es un experto en ocultarse.

¿Cuántas cosas nos habrán dicho las miradas y no hemos sabido escucharlas? ¿Y cuántas cosas habremos oído que no deberíamos?

Lo que refleja la mirada cambia con el tiempo, de eso estoy segura. Sé también que la alegría puede apagarse de ella, pero no sé si la pena podrá. Quizás esa mirada acabe como la de Marilyn Monroe, sonriendo pero triste.