lunes, julio 9

Imágenes que no se corresponden con nada

Miraba a los ojos de la gente para saber cómo eran, y siempre acertaba. Por eso bebía. Bebía tanto que ya no encontraba ojos a los que mirar, y eso era precisamente lo que buscaba en sus eternos episodios etílicos noche y día y noche, ¿cuál era cuál?

Al principio le gustaba adivinar la forma de ser de aquellos con los que habitualmente entablaba conversación. Hablaba con ellos un rato sin mirarles directamente a los ojos, captando sus movimientos de soslayo, su tono de voz y sus expresiones, hasta que se formaba una opinión y decidía ver si coincidía con lo que realmente era. La mayoría de las veces nunca eran igual.

Poco a poco le fue floreciendo un asco vertiginosamente creciente hacia la raza humana. Todos se disfrazaban y no se mostraban ni mínimamente tal y como eran. Ninguno lo hacía. Hablaban, sonreían, pero no eran sinceros, sus ojos les delataban. Detrás de ellos se veía la verdad. Donde alguien decía un "te quiero" se escondía un "te odio"; los "te valoro" solían estar cargados de indiferencia; y las sonrisas eran lo peor...sin palabras pero punzantes. Una sonrisa en los labios y un vacío en los ojos. No lo soportaba. Y por eso bebía hasta que se le nublaba la vista.

Había llegado a la terrible conclusión de que jamás encontraría a alguien cuya mirada se correspondiera con su imagen.

Una vez creyó haberse equivocado. Pero con el tiempo se dio cuenta de que en realidad no quiso verlo aunque el vacío estaba ahí. El recuerdo de aquéllo le hizo beber aún más. ¿Y si me mezclo con todos estos seres? solía pensar. ¿Y si me convierto en uno de ellos? Disfrazado y dando una imagen de algo que no soy, sonriendo y diciendo a todo que si. Siendo sospechosamente feliz y complaciente, trascendental o banal, según la ocasión lo requiera. La respuesta siempre era un "no puedo hacer eso, me dan todos demasiado asco como para mezclarme". A la primera mirada a unos ojos erráticos le embargaría la desesperanza.

Esa noche bebió mas de la cuenta. Los recuerdos le movían la mano hacia su boca. No llegó a ver amanecer, se desplomó allí mismo, con los ojos tan abiertos que parecía que pretendiera verlo todo y a todos, pero ya no veía nada.